#Filipinas II

#Day162 01 Jul
Zamboanga – Cebu – Malapascua

Llegue a Zamboanga con el miedo metido en el cuerpo pero tranquilo, mis 3 compañeros de viaje durante la travesía de 2 días no pararon de decirme lo peligroso que era para mi andar solo por Zamboanga, donde ni un turista u occidental se veía por ningún sitio. Los tres eran de Mindanao pero vivían en Borneo, estaban mas preocupados por mi seguridad que yo mismo. Temían que me secuestraran los fundamentalistas islamicos  de Abu Sayyaf y no paraban de preguntarme si la gente que me esperaba en Zamboanga podía garantizar mi seguridad. Empece a pensar que me había equivocado al empeñarme en hacer la ruta en barco desde Sandakan (Borneo) y deseaba ahora haber cogido un vuelo directamente a Cebu. Incluso pasados varios días me seguíeron llamando para saber si estaba sano y salvo.

Viajar solo te aporta estos momentos de conexión con la gente y te hace creer que siempre hay alguien para echarte una mano en cualquier parte del mundo.

Esperé en el puerto a que me recogiera Jomar, amigo de Luciano (al que había conocido en Borneo) y que seria mi ángel de la guarda durante las apenas 24 horas que pasé en Zamboanga. Las cosas pasan por algo y si no hubiera sido por esta decisión tampoco hubiera conocido a Jomar y a sus amigos.

Cenamos en el mejor restaurante de la ciudad. La especialidad de la casa era un sabroso plato llamado Coracha, un cangrejo de aguas profundas cocinado con una salsa hecha de coco y curry. Una carta escrita en Chabacano y con numerosas palabras en castellano antiguo. El Chabacano, lengua criolla de origen español que se habla sobre todo en Mindanao y especialmente en Zamboanga. Existe incluso una radio y un periódico local escrito en Chabacano. Después de tantos meses fuera de casa, sientes que esta similitud en el idioma te acerca un poco mas a los tuyos.

Tras la cena nos encontramos con los amigos de Jomar y terminamos la noche en un Karaoke de la ciudad, experiencia que uno no se puede perder en Filipinas. La gente que sale a cantar se lo toma muy en serio y es realmente sorprendente como hay incluso grupos de amigos que cantan en perfecta sintonía. Gran noche y grandes personas las que conocía allí.

Mi vuelo salía temprano dirección a Cebu, dejé atrás esta ciudad con una sensación de que me perdía algo y de que me hubiera gustado quedarme más tiempo a vivirla, una vez mas ganaron los malos.

Nada más llegar al aeropuerto de Cebu me fui directo a la isla de Malapascua al norte de la isla, rebautizada por mi como la isla donde los niños se fabrican sus propios juguetes. Es curioso que el origen del nombre de esta isla se debe a que un barco español de la época se quedo varado en sus aguas el día de navidad, curioso que en lugar de bautizarla con el nombre de Buenapascua lo hicieran con el de Malapascua. La influencia de la iglesia católica siempre tan positiva.

Quería empezar a bucear en Filipinas y que mejor sitio este en el que podría bajar a 30 metros y ver tiburones Zorro. Este tiburón vive a una profundidad de 100 metros pero sube cada día antes de que el sol salga a 30 metros a las estaciones de limpieza para que el resto de peces hagan su trabajo. Lamentablemente no tengo fotos y perdí el video que hice en la inmersión aunque también pudé ver estas maravillas.

Aquí conocí a más españoles que en ningún otro sitio en los que había estado, casi todos vinculados al mundo bajo el mar, gente muy maja que un día decidió cambiar y establecerse por estas tierras. Pase los días buceando en la isla con la gente de Buceo Malapascua en el Sea Explorers Dive Center y en el hostel Villa Sandra. Prometí volver y hacer el curso de buceo con Nitrox con Pak pero al final no me dio tiempo y mi camino no me llevo de vuelta a la isla. En Villa Sandra conocí a Kike, un medico chileno que estaba viajando solo también por Filipinas y como yo su motivación principal era bucear.. De vuelta a Cebu City compartimos viaje en una Van y quedamos en volver a vernos en nuestro periplo por las islas si nuestros caminos se volvían a cruzar…