Day316 02 Dec
Lubuan Bajo – Isla de Flores
De nuevo en ruta y aunque llevo ya una semana en Indonesia, empezaré narrando lo que me ha ido sucediendo estos días en las islas Flores, Rinca y Komodo. Hoy fue uno de esos días en los que dices, estas cosas no me pasan a mi o yo eso no lo haría.. pues si, tu también eres capaz de hacerlo.
Cuando llegue a la isla de Flores me esperaba encontrar una lluvia de esas que todos hemos oído alguna vez, os sonaran las palabras monzón, estación humeda, tifones, huracanes, etc. Pues a eso me refiero.
Alquile un moto hace dos días para recorrer un poco el interior de la isla, sin rumbo fijo, ni pretensiones, hacer kilometros y volver antes del sábado para volar de nuevo a Bali.
Habia leído que la carretera que cruza la isla de oeste a este, llamada Trans-Flores tiene miles de curvas así que pensé que iba a disfrutar de lo lindo con una motillo de esas que te encuentras por todo Asia.
Eche a la mochila pequeña lo imprescindible y sali a pleno sol del día. Me duro poco el sol, en apenas una hora me había pillado un chaparrón y empapado hasta los huesos me refugie bajo un árbol en la puerta de una casa, no tardo en salir un chico invitándome entrar a su casa.
Era una casa muy humilde, sin ni siquiera el suelo enlosado y con apenas unos posters en la pared de madera, una mesa, un par de sillas y un camastro como única decoración.
El chico era el mayor de 6 hermanos, los padres trabajando, se disculpo por no haberme visto antes y me ofreció un café, una de las hermanas nos lo trajo como si de una recepción de palacio se tratase, charlamos lo que pudimos en ingles y mientras afuera diluviaba, los hermanos fueron acercándose, saque lo que yo les podía ofrecer, una bolsa de cacahuetes, que fuimos compartiendo, entre risas escondidas de ellos y fotos, el agua no dejaba de caer, me dijeron que me quedase a comer, la hermana preparo de lo que tenia en casa, arroz, huevos de las gallinas que por allí andaban y noodles.
Al poco rato la confianza era plena, reíamos todos y querían ver la fotos que les iba haciendo. Cuando paro de llover reanude la marcha.
A cada instante me paraban los niños, corrían detrás de la moto y saltaban. Los adultos sonreían y saludaban, todos sin excepción.
Fui haciendo kilometros, el tiempo amaino un poco y pude circular de manera continua con el chubasquero.
Se me hizo tarde para llegar al poblado de Wae Rebo al que había decidido ir por el camino. La carretera se había convertido en poco mas que un camino de cabras, la moto saltaba de un lado a otro del camino. Decide dar la vuelta y pasar la noche en la segunda ciudad mas grande de Flores, Ruteng, desandar casi una hora y media el camino y la distancia hasta allí, con frío por la ropa mojada y por la altura era ya noche cerrada cuando llegue al hotel. Las habitaciones económicas no tenían derecho a ducha, solo en plan llena el cubo y echatelo por encima en baño compartido, y encima fría. Después del agua que me había caído tampoco pasaba nada.
Al día siguiente, sali para ver los campos de arroz en forma de araña, el sol brillaba pero en el horizonte había unas nubes muy negras.
A cada paso me paraba a hacer fotos, o me paraban, o me gritaban “Hello Mister”.
Justo al bordear el valle que envolvía esta gigantesca tela de araña de arrozales me paré para hacer las ultimas fotos a una mujer en la puerta de su casa, se acercó otra mujer, después unos chicos, se fue uniendo gente a la conversación, al final todos a la casa de enfrente a tomar café.
De nuevo eche un ojo por la ventana al cielo, la cosa se ponía fea. Para cuando salí del valle goteaba y para cuando tomaba el primer puerto de montaña a los pocos minutos ya diluviaba.
Lo que vino después fueron 4 horas de conducción bajo un manto de agua. La carretera ya no era carretera sino rio, sorteaba todo tipo de obstáculos, derrumbamientos de laderas, arboles, piedras, algún que otro animal y balsas. El chubasquero poco podía hacer ante estoy, a pesar de la lluvia la temperatura era agradablemente calida. A cada rato me paraba y en mitad de la nada siempre encontraba conversación y cobijo.